lunes, 26 de julio de 2010

Suspiros, afines y conexos de Yaracuy



En días pasados recordé la siniestra noche del 14 de febrero de 1976, cuando los estudiantes del liceo, hoy Escuela Técnica Rómulo Gallegos, fuimos expulsados a bastonazos y peinillazos de sus instalaciones, para encerramos en las celdas de la policía de entonces, y. cómo este último hecho, fue impedido por los vecinos, quienes piedra en mano, defendieron la integridad física de "sus muchachos".
Medito sobre este episodio de mi ya lejana adolescencia, a propósito de que por estos días andan embroncados, hasta donde pueden embroncarse un arquetipo platónico, un grupillo de "alados" notables o gurúes (que cosas con nuestro español de la "cultura", "historia" "comunicación", afines y conexos del Yaracuy, por algunas decisiones que ha tomado el Consejo Legislativo de Yaracuy. Es cierto que a veces aparecen en los diarios y hasta en la pantalla del televisor, pero este acto no les agrega mayor realidad que la que pudo tener nuestro querido Juan Rubén que, megáfono en mano, se creía dueño de las tiendas que promocionaba por el mísero estipendio que recibía.

En realidad ellos asumen este papel, propio de acto cultural de escuela, en esa ficción que es la autodenominada "intelectualidad yaracuyana", son como un vicio de inutilidad que los convierte en una especie de ese conocido dulce casero llamado "suspiros" aire con puntico de azúcar.

La bronca de estos señores me hace recordar aquel conocido cuento del siglo pasado, que describía a un humilde aseador del Parlamento alemán que asistía a hurtadillas a todas las deliberaciones, este personaje era sordomudo, pero esta limitación no le impedía conocer con certeza cuáles de los parlamentarios tenían razón y quiénes no: el que se ponía bravo en medio de la discusión no tenía razón.
Esta fórmula aplicada a los afines y conexos de Yaracuy; bronqueados como andan, los hace desde ya defensores de la sinrazón y por supuesto perdedores de una diatriba ficticia que sólo existe en el "suspiro" de sus mentes.

Andan bravos y reparten insultos, descalificaciones, organizan foros, mesas de trabajo, seminarios en los que sólo falta un detalle gente.

Buscan encontrar un interlocutor, y en su desolación piensan acudir a la "corte celestial" pero allí tampoco encontrarán quien les oiga y menos les crea, ni que lo juren en el reclinatorio del Papa Benedicto, por sus abuelitas y con San Felipe Santiago como testigo.

Un conocido columnista escribió alguna vez que intelectual se refería a un hombre o mujer de ideas. Debo decir que una de las pocas cosas que aprendí en una Maestría en Ciencias de la Comunicación, que alguna vez hice, fue que la imagen es imposible construirla si tú no eres, no puedes tener imagen de honesto si no lo eres, no puedes hacerte la imagen de culto e instruido si no posees las herramientas que te hacen serlo; no puedes andar por allí con aire de "perdonavidas" dueño de la verdad, cuando la verdad histórica siempre será relativa, sobre todo cuando sabemos que la historia siempre la han escrito los vencedores.

Por eso amigos, afines y conexos al recordar la definición de intelectual que cité anteriormente, incluyo a mi amigo Mario Tovar, persona que piensa, y podría extenderle el sentido hasta ustedes, de quien supongo que piensan, pero que hasta el sol de hoy no pueda yo jurar que me conste:!: Porque uno no puede o no debe jurar en vano por otro, sobre todo cuando esos otros no muestran lo conceptual o enjundioso de lo que afirman y en cambio llegan repartiendo palos y empujones así como en la Galera 3, para luego invitar a dialogar, o cuando intentas que te respondan públicamente sobre un concepto que dices tener claro, y utilizan como fuente la información el Diccionario Sopena, creo que se llama, que quitaste prestado a tus hijos o nietos, Dios los guarde a ellos y a ustedes.
Hoy que la crisis mundial del capitalismo nos alcanza; cuando los defensores del neo liberalismo se dan cuenta por que la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de globalización, pienso en la corrupción y la impunidad, en el grosero despilfarro y en la opulencia amoral de unos o varios individuos del pasado y seguramente del presente, ante lo cual vi y veo a ustedes, afines y conexos, ajenos a la catástrofe, en medio de una fiesta de disfraces bailando, ensordecidas en sus bufonadas, Sábato dixit. Hoy hay esperanzas, luego les hablaré de ello. .

Al recordar entonces a los vecinos del Rómulo Gallegos de aquella madrugada del 76, antepongo el amor a las piedras, el encuentro, al desencuentro, pero eso sí, amigos afines y conexos, sin postura. quitándose las máscaras, sin sentimos representantes de no sé qué cosa de la sociedad yaracuyana, sin la pedantería y hasta sin el carácter pendenciero con el que he escrito este artículo.
(Publicado en el diario Yaracuy al día, 19 de mayo 2009)
**Ángel Gamarra. Diputado del Cley
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