Sin embargo, quien tiene el poder que todo lo aplasta se enfrenta a estos retos: el de los pueblos que luchan por su libertad, por su derecho de decidir y ser protagonistas de su destino, aunque muy pocas veces el que detenta el poder que cree que todo lo aplasta, oye y escucha, pues es necesario ejercer el control, tal como hacían los señores feudales.
Y esto pasaba en los lejanos días entre 1850-1854 de la cuarta republica, cuando los habitantes de los cantones de San Felipe y Nirgua, cansados de hablar, pedir, y solicitar ser beneficiarios de las políticas de salud, educación, vivienda del gobierno de la provincia de Barquisimeto y Carabobo, decidieron hacer una “guarimba”, ante tal sordera.
A esto se unía la “ojeriza”, que desde los tiempos del rey Felipe V en los días del pueblo de Cerritos de Cocorote, después bautizado como ciudad de San Felipe el Fuerte, le tenían los herederos a Barquisimeto, que ahora desde 1832 volvían a su autoridad.
Y no era para menos, los cantoneros sabían del significado para los cerritenses, eso de la destrucción tres veces de sus casas y cosechas entre 1710 a 1724 por parte de las autoridades de Nueva Segovia de Barquisimeto.
Y sabían que cansados de atropellos, decidieron solicitar ante la autoridad de la época, la separación de Nueva Segovia de Barquisimeto y la única manera es que dejaran de ser un pueblo y elevaran la unidad político administrativa a rango de ciudad.
De tanto enviar papeles aquí y allá, lograron convertirse en ciudad.
Y por eso los cantoneros, no tenían miedo de solicitar la separación, comenzaron a reunirse, los pobres y los ricos, los agricultores, los dueños de hacienda, los artesanos, los que sabían leer y escribir y los que no sabían también; los nativos y quienes habían venido de otras provincias a contribuir con su trabajo al progreso a la de Barquisimeto.
Redactaron un documento, recogieron firmas, hicieron una colecta pública y se marcharon en carreta hasta Caracas por la misma carretera que desde hacía meses solicitaban se las arreglaran.
Quizás tardaron días, en llegar a la capital de la provincia, unidades político territoriales y administrativas de la época, pero les dio coraje la hazaña de los cerritenses que después de hacer la petición tuvo que cruzar el océano para que el rey la leyera.
Y los cantoneros entregaron el documento mediante el cual solicitaban que los separaran de la provincia de Barquisimeto. Entre las causas estaban que las tierras del bajo Yaracuy producían en abundancia para el sustento de la provincia pero no había retribución, así como también la distancia entre el bajo Yaracuy y la capital de la provincia que hacía que a veces perdieran la cosecha.
La carta, fue entregada y diligentemente, el secretario del Ministerio de Interior y Justicia solicito a los gobernadores de las provincias de Carabobo y Barquisimeto, un Informe de la situación de los descontentos cantoneros.
(Publicado el 27 de marzo 2010 en el diario Yaracuy al Día, Lisbella Páez )
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